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Historia de la vida monástica

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Las fuentes de la vida monástica se encuentra en los Santos Evangelios, siendo la respuesta a los consejos dados por el Señor, en vistas a una pertenencia exclusiva a Dios. La guarda de los consejos evangélicos se ha cristalizado en la práctica de los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, ilustrados los tres por diferentes pasajes evangélicos (cf. Mt 19, 16-22 ; Mt 19, 11-12 ; Jn 4, 34 ; etc.)

 

El monaquismo propiamente dicho comenzó como un eremitismo en los primeros siglos de la historia cristiana: un asceta se retira del mundo para llevar una vida de soledad, de silencio y de oración. Atraídos por esta vida, algunos discípulos comienzan a seguirlo. Este movimiento comenzó principalmente en Egipto: la Tebaida y los desiertos de Escete y de Nitria se poblaron de solitarios. Estos son los llamados “Padres del desierto”. Los primeros fueron san Pablo primer ermitaño (230-347) y san Antonio Abad (251-356). Este último es considerado a justo título como el padre de la vida monástica.

 

 

 

 

 

 

 

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Otro nombre de gran importancia en los orígenes del monaquismo es el de san Pacomio (292-346). Él desarrolló una nueva forma de vida: el cenobitismo, monaquismo de vida común, bajo una regla. La organización de sus monasterios en una comunidad alcanzó un gran éxito, dejando a su muerte más de 3000 monjes en nueve monasterios y más dos monasterios de monjas.

 

En Asia Menor, el organizador de la vida monástica fue san Basilio. Sus “Reglas monásticas” contienen las respuestas que daba a las comunidades por él visitadas. Su orientación es claramente cenobítica, ejerciendo gran influencia sobre los monjes orientales. El mismo san Benito se inspirará ampliamente de los principios de aquel que llama “nuestro Padre san Basilio” (Regla, cap. 73).

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En Occidente pronto fueron conocidos los escritos y las prácticas monásticas de Oriente. San Atanasio contribuyó grandemente a ello, con ocasión de su exilio en Italia (335-337), en especial con su Vida de san Antonio. Pronto alcanzó la vida monástica gran desarrollo, muchas veces por impulso de los mismos obispos.

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En las Galias destaca la gran figura de san Martín de Tours (+397). Después de largos años pasados en el ejército, se instaló en Ligugé, cerca de Poitiers, primero como ermitaño y luego como Abad de un monasterio, el más antiguo de Occidente. Ya como obispo de Tours, fundó otro monasterio, Marmutiers, donde se retiraba con frecuencia, reuniendo numerosos discípulos. La gran popularidad de san Martín contribuyó a expandir ampliamente los principios de la vida monástica.

 

Pero, sin duda, ha sido san Benito Abad justamente llamado el “Patriarca del monaquismo occidental”, quien acabó de dar una forma clara y precisa a la vida monástica. Nacido cerca del año 480 en Nursia, estudia en Roma y huye de la gran ciudad para consagrarse a Dios en la soledad. Tres años vivió como ermitaño en Subiaco, estableciéndose luego en Montecassino, elaborando una Regla que será la base de la vida monástica a lo largo de toda la Edad Media y hasta nuestros días.

Historia de Schola Veritatis

 

La comunidad monástica de Schola Veritatis comenzó el año 2007, en el contexto de un grupo de Lectio divina para jóvenes estudiantes, en la ciudad de Santiago de Chile. Sintiendo con mucha claridad y fuerza el llamado del Espíritu Santo a conformar una comunidad nueva dentro de la Iglesia, después de un retiro de discernimiento y obtenida las autorizaciones necesarias, se inició la vida de la naciente comunidad.

 

Desde el comienzo el centro de la jornada lo tuvo la celebración digna y preparada de la Sagrada Liturgia, por la cual se rinde a Dios la Gloria que le es debida, como Creador y Redentor del género humano. También tuvo desde entonces un lugar preponderante el camino de soledad y silencio, en la línea de San Bruno, y el estudio y el amor por la Verdad –en especial, por la filosofía, la teología y la historia, orientadas a una comprensión de la realidad presente desde Dios- dados por la paternidad del Doctor Universal, Santo Tomás de Aquino.

En 2008, la comunidad se traslada a España (Diócesis de Tarazona), siendo acogida por la benevolente actitud de Monseñor Demetrio Fernández González, quien erigió canónicamente a Schola Veritatis con Asociación Privada de fieles y aprobó sus primeros Estatutos.

 

Para la Navidad del año 2009, la comunidad realiza un viaje a la Abadía benedictina Notre Dame de Fontgombault en Francia. Ahí pudo descubrir una realidad eclesial maravillosa y desconocida hasta entonces. El contacto con la tradición benedictina de Cluny y de Solesmes, y el tesoro de la liturgia benedictina, marcaron y cambiaron profundamente la trayectoria de Schola Veritatis. En esta Abadía, la comunidad permaneció cerca de un año.

 

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El día 6 de octubre de 2011, Schola Veritatis fue erigida canónicamente como Asociación Pública de Fieles en vistas a convertirse en un Instituto de Vida Consagrada de carácter contemplativo, con rama masculina y femenina, y fueron aprobados sus nuevos Estatutos.

 

A fines ese mismo año, después de un tiempo de discernimiento comunitario y de escucha del Espíritu Santo, la comunidad de Schola Veritatis solicita al Obispo-Vicario apostólico de Aysén, Monseñor Luis Infanti de la Mora, acoger a la comunidad en el Vicariato para su implantación definitiva en la Patagonia chilena. Habiendo recibido una respuesta positiva, la Comunidad viaja a la Región de Aysén a fines del año 2012, estableciéndose provisoriamente en un campo a orillas del grandioso Lago General Carrera.

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Durante los años 2013-2015, fue necesario recorrer las cercanías de la Región en busca de un lugar definitivo donde construir el nuevo Monasterio. La Providencia de Dios escogió para este fin un hermoso Valle cordillerano, en la comuna de Río Ibáñez, el cual pudo ser adquirido en el año 2016 gracias a la ayuda de algunos benefactores.

 

La construcción del Monasterio consagrado a la Virgen María bajo el título “Nuestra Señora de Aysén”, fue encomendada al Santo Patriarca San José. No teniendo inicialmente ningún recurso económico para abordar la obra, por un verdadero milagro, las ayudas fueron llegando en su momento oportuno, y la primera parte del Monasterio ha sido construida. Queda mucho por delante, pero confiando en el auxilio divino, esperamos continuar en el cumplimiento de la voluntad de Dios, para su mayor gloria, bien de las almas y de la santa Iglesia.

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Laus Deo Virginique Matri

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